domingo, 2 de octubre de 2011

Mi huída debido al enojo de Saúl.

Durante esos tiempos yo me fui haciendo muy amigo de Jonathán, hijo de Saúl. Resulta que un día me avisó que su padre Saúl me quería matar, por lo que me advirtió que tuviera cuidado. También dijo que al día siguiente iba a hablar con su padre y me iba a comunicar las noticias. Al día siguiente Jonathán me comunicó que lo peor había pasado y que Saúl parecía haberse arrepentido. Debido a eso volví a quedarme junto a Saúl sin problemas. Pero eso no duró mucho ya que había empezado una nueva guerra contra los filisteos y como yo salí vencedor gracias al espíritu de Dios, un nuevo mal espíritu atacó a Saúl. Lo que ocurrió fue similar a lo anterior, Saúl intentó clavarme su lanza mientras yo tocaba mi instrumento, y logré eludirla. Esa noche huí de ahí y me fui a mi casa. En los siguientes días Saúl intentó asesinarme mandando a sus servidores en contra de mí numerosas veces. Fue cuando decidí irme con Samuel para contarle lo sucedido y estar finalmente a salvo.

Saúl se enoja conmigo.

Sucedió después de que yo había vencido a Goliath. Lo que pasó fue que las mujeres de Israel estaban contentas por la derrota de los filisteos ante los israelitas y salieron a cantar y a danzar diciendo _Saúl venció a sus miles y David a sus diez miles_. Me di cuenta que a partir de ese día Saúl me miraba con mala cara, ya no era como antes. Al día siguiente pasó algo que ya había sucedido antes, pero esta vez fue peor. Un mal espíritu atacó a Saúl. Ese día yo estaba tocando mi instrumento, como todos los días, cuando Saúl intentó dos veces lanzarme su lanza. Afortunadamente yo logré esquivarlas. Logré eludir las lanzas gracias al buen espíritu de Dios, fui afortunado de no morir en esa ocasión. Como Dios estaba conmigo, tenía éxito en todas mis expediciones, por lo que casi todo Israel empezó a amarme. Esto a Saúl no le gustó en absoluto. Como yo seguía teniendo cada vez más éxito que los servidores de Saúl, sus celos crecían día a día de forma abrumadora, y su desprecio hacia mi persona igual.

Mi amistad con Jonathán.

  Jonathán empezó a amarme tanto como a sí mismo, su alma había quedado ligada a la mía. Saúl no me permitió volver a la casa de mi padre y quiso que me quedara con él. Jonathán empezó a amarme demasiado. Me daba cuenta por sus actitudes como las de darme su propio manto, sus ropas, su espada, su arco, su cinturón y así varias más. Un tiempo más adelante Saúl me puso al frente de sus soldados y fui grato a todo el pueblo

Combate contra el gigante Goliath.

  Era el día en que se iban a enfrentar los filisteos contra los israelitas y Saúl. Tres de mis hermanos, estaban en el campo de batalla para luchar contra los filisteos en pos de Saúl. Ese día mi padre me dijo que fuera al campamento a llevarle algunas provisiones a mis tres hermanos y para enterarme de su estado de salud. Me informó donde estaban exactamente (en el valle del Terebinto). Justo en el momento que llegué, el combate estaba por comenzar y se alzaba el grito de combate. Me encontré con mis hermanos y en el momento en que me puse a hablar con ellos, escuché la voz de un filisteo retando a algún israelita que lo venciera. Dijo que si alguien lo vencía, todos los filisteos serían siervos de los israelitas. De lo contrario, todos los israelitas serían siervos de los filisteos. Cuando fueron pronunciadas estas palabras noté que las caras de los israelitas se empalidecían. Fue cuando tomé la decisión de ir a enfrentar al filisteo yo mismo. Mande a que le fueran comunicadas mis palabras a Saúl. Éste se mostró muy asombrado por lo que le dije. Saúl me dijo que no podía ir yo porque yo era nada más que un muchacho y el otro un hombre de guerra. Aún así yo le insistí y le conté que Dios estaba conmigo y que por eso iba a poder vencerlo, al igual que lo hacía cuando estaba con el ganado y venía algún león a atacarme o intentar robarme alguna res del ganado. Así entonces lo convencí a Saúl y este me empezó a vestir con varias armaduras, pero cuando intentaba caminar, no podía por lo que me las quité y fui al frente sin armaduras. Tomé cinco piedras, una onda y me acerqué al filisteo. Cuando Goliat empezó a aproximarse, yo me adelanté corriendo, tome una de las piedras y con la onda se la lance y le dio en la frente. Esto hizo que el filisteo cayera derrotado. Cuando estuvo en el piso yo corrí hacia él y con su propia espada lo maté definitivamente y le corté la cabeza. Cuando los filisteos vieron esto, comenzaron a correr y los israelitas los persiguieron. Así el terreno se empezó a llenar de cadáveres filisteos. 

Mi asunción como rey.

Era un día común, como todos los demás, pero lo que sucedió, hizo que ese día cambiara radicalmente mi vida. Como si ese hecho la hubiera dividido en dos y todo comenzara de nuevo. Voy a contar lo que sucedió.
  Estaba con mis siete hermanos y mi padre Jesé Bethlemita en mi casa, cuando de pronto se apareció un muchacho de buen aspecto, era rubio y hermoso. Lo recibieron cordialmente y le preguntaron si su venida era de paz. Este dijo que sí, dijo que su venida era con el propósito de ofrecer sacrificios. Ese día me acuerdo que estaba pastoreando el ganado menor y en ese momento me llamaron y me dijeron que tenía que ir para sumarse sacrificio. Cuando entré, había un hombre llamado Samuel. Todo se desarrolló muy rápido, a continuación, ese hombre tomó un cuerno con óleo y me ungió como rey de Israel. Desde ese día me sentí distinto que antes, era otra persona. Me sentía distinto.
  Un tiempo más tarde vinieron hacía mí unos servidores de Saúl, el anterior rey de Israel, pidiéndome si podía ir con él ya que un mal espíritu había entrado en él. Yo fui con él y me quedé un largo tiempo acompañándolo, para tranquilizarlo cuando el mal espíritu le venía.